Este proyecto ha surgido con el único objetivo de hacer una pequeña exposición de retratos en la Librería Gil, con motivo del Día del Libro.

Circunscribirlo a una biblioteca, pública, y a los que la frecuentan, trabajadores, lectores, investigadores, internautas, estudiantes, opositores, así como los que pasan por sus secciones de préstamo o su club de lectura, han sido imposiciones que tan sólo se han visto alteradas por el capricho de invitar a personas, unas a través de otras, a que se sumaran al juego de dejarse retratar junto a un libro elegido premeditadamente o al azar de la búsqueda apresurada.

No están todos los que son, pero sí que son todos los que están.

Un pequeño homenaje a la lectura, a los libros, a los que los escriben, a los que los leen, a los que los cuidan y a los que nos los prestan, nos los venden o simplemente nos los aconsejan.

Y un pequeño homenaje a las bibliotecas públicas, cuya labor hoy es más necesario que nunca reivindicar y defender de la avaricia de las cuentas de resultados y la insensatez de los recortes presupuestarios.

Especialmente a la Biblioteca Municipal de Santander, donde yo realizaba mis trabajos e investigaciones de estudiante de BUP y donde mi padre, un chaval de ese barrio de antes de la guerra que a los nueve años, al quedarse huérfano de padre, tuvo que dejar la escuela para ponerse a trabajar, fomentó su afición a la lectura, que le acompañó hasta el día de su muerte, con más de noventa años.